Rorberto Ovando, experto de la Comisión Mundial de Áreas
Protegidas – WCPA – de la UICN-, señala que este tipo de competencias producen
visibles daños físicos por la ruta donde pasan y que estos impactos resultan en
erosión, pérdida de suelo, daño a costas y márgenes en los humedales y
compactación del suelo.
“Respecto de la fauna silvestre y doméstica se registran
muertes por atropellos, pérdida de juveniles en zonas de reproducción y
anidamiento y efectos indirectos por disturbios al suelo, agua y vegetación”,
refiere Ovando.
Agrega que: “Es el Estado, el que favorece eventos como el
Dakar haciendo prevalecer el “beneficio” económico y anteponiendo la imagen del
país a cualquier costo”.
El anuncio oficial de la competencia Rally Dakar 2014 que se
lanzó el pasado mes de abril en Bolivia, no se ha referido a la asignatura
medioambiental, ni a la protección del salar como recurso natural y sitio
turístico, que hoy cobran renovada vigencia.
Tampoco ha mencionado los posibles riesgos que esta
competencia puede significar para el clima y la meteorología; la calidad del
aire, geomorfología, suelo; calidad del gua, riesgos naturales y, entre otros,
los efecto del ruido, vibraciones y luminosidad, sobre la vegetación, flora,
fauna, medio humano, medio construido, patrimonio cultural y paisaje.
El ambientalista Cesin Curi, a propósito de los cuidados
ambientales que deben tomarse en la zona del salar de Uyuni, en el marco del
proceso de industrialización de las sales litio, estableció hace algún tiempo,
la urgencia de: i) proteger el salar como recurso natural (tanto en términos de
paisaje como de su uso productivo); ii) la protección del sistema productivo e
industrial; iii) la protección de los recurso hídricos subterráneos dentro y
fuera del salar y; iv) la protección de la capacidad productiva de los suelos
agrícolas circundantes al salar de Uyuni.

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